El viento era helado , como siempre. Pequeños rayos de luz intentaban entrar por aquellas enormes nubes que tapaban todo y lloraban copos de nieve.
Hikari estaba observando aquel libro de gran tamaño , mientras miraba información que les pueda servir en aquella expedición que muy pronto iban a hacer. El camino no sería fácil con tanta nieve , además de que no tenían ningún punto de partida. Sería demasiado peligroso salir allí fuera sin ningún rumbo.
Sora entró en la habitación interrumpiendo la conversación de los jóvenes.
Me parece que yo os puedo ayudar..
¿En serio?
Sí, veréis..
El Mightyena, un amigo de Sora, entró en la habitación y se unió a la conversación. Sora explicó justamente lo que Ryü leyó anteriormente en el libro grande que habían encontrado antes en la librería vieja del padre de Sora y Hikari.
Y aparte de eso... Toru y yo habíamos encontrado, entre un libro una hoja arrancada, que al parecer era de este libro.—dijo mientras cogía el libro antes encontrado y señaló la página rota.
Los cuatro se quedaron sorprendidos ante las acciones del Grovyle, éste parecía saber muy bien lo que hacía y estaba dispuesto a ayudar a su hermanita Hikari, que sus ojos irradiaban alegría.
El Grovyle colocó el papel de hoja roto de una página del libro sobre el suelo y señaló un lugar en el que había una gran X marcada. Aquella X estaba en el bosque que había junto a la Aldea Azúfre.
Hikari observó un rato el mapa que había en la hoja y vió que aún había dos cruces más entonces dedució que podrían equivaler a los cristales que justo ellos estaban buscando.
Yo y Toru iremos a investigar allí, y íbamos a pediros que vengáis a acompañaros.—comentó Sora.
Los cinco salieron de la casa, cada uno con un gran abrigo y una bufanda para no perder mucho calor corporal. El camino fue largo y muy duro hasta salir de la aldea.
En media hora estaban en la entrada al bosque, donde se respiraba desasosiego y mucho silencio.
Este sitio me da muy mala espina...—susurró la Kirlia.
Es igual...Tenemos que seguir avanzando.—dijo Hikari un poco asustada.
A lo lejos se podía observar un foco de luz roja y un poco más adelante la figura de un entrañable pokémon, una pequeñas llamas también se podían observar desde allí, el bosque estaba ardiendo.
¡Rápido tenemos que apagar ese incendio!—exclamó Sora mientras echaba a correr.
Todos empezaron a correr hacia el centro del bosque para encontrarse con el culpable de que el bosque esté empezando a ser nada más que ceniza. Hikari se paró de golpe mientras observaba la figura del pokémon, un Typhlosion.
El alto pokémon miraba a la pequeña con asco, pero su aura desprendía una fuerza enorme que el Typholosion enseguida notó.
Esa fuerza es..no puede ser...—se dijo a sí mismo en silencio.
Hikari rompió aquél silencio con una poderosa patada ígnea que le dio de lleno al Typhlosion que cayó al suelo amedrentado por la fuerza de la joven.
Sora y Toru también contraatacaron con sus respectivos movimientos.
¡Hikari ciudado!—gritó Sora mientras se tiró encima de Hikari para evitar que le dé un golpe.
La Chimchar miró a Sora, estaba sangrando, había recibido todo el lanzallamas del oponente.
S-Sora..
Los ojos de Hikari cambiaron rápidamente de color, a un rojo carmesí, como la sangre. Eso solo podía significar una cosa: su habilidad Mar Llamas se había activado.
El Typhlosion miraba a la Chimchar con odio mientras esbozaba una sonrisa maliciosa, lo que hizo que la furia de Hikari aumentara cada vez más.
Un enorme lanzallamas salió de la boca de la pequeña Chimchar qué arrasó con todo lo que había a su paso. El Tyhlopsion, muy herido, huyó de la batalla para no acabar muerto ante un pokémon de tan poco tamaño, lo que le había sorprendido y sus dudas se estaban despejando.
Hikari cayó desmayada al suelo por el cansancio acumulado.
- 「†」
Me desperté en un extraño prado verde con montones de rosas rosas, muy parecidas a las gracídeas. Tenía un dolor de cabeza horrible y una extraña sensación de haber estado allí antes.
Una figura esbelta y hermosa apareció ante mí, era un pokémon. No lo podía reconocer pero tenía la misma sensación de haber conocido aquél pokémon antes. La extraña figura esbozó una sonrisa dulce.
Bienvenida a esta pradera, Hikari.—dijo mientras no paraba de sonreír.
—<<¿¡C-Cómo sabes mi nombre!?—le pregunté muy alarmada.>>
Yo lo sé todo sobre tí, querida. Te he traído aquí para encargarte tu destino.—me respondió.
—<<¿M-mi destino...?—le volví a preguntar confusa.
Exacto, eres una elegida de Arceus desde que naciste.—me contestó, mientras me entregaba un colgante dorado con la forma de una llama.
Antes de que pudiera contestarle la figura desapareció en el aire, y sentía como mi mente y mis pensamientos se desvanecían...
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